¿Y para qué seguir?

¿Para qué escribir si ya se ha dicho todo? Del calor del amor, de la soledad de la muerte, de la nostalgia, de la impotencia, de la injusticia, de la alegría, de los días con sol y de los días con lluvia, de los ojos azules, verdes y negros, profundos como…
claros igual que…

¿Qué mas podría yo decir?

Perder el amor entre papeles, trámites y obediencia. No me cabe duda que el amor y la pasión son las actitudes mas reaccionarias y en contra del sistema, y a veces, en contra de nosotros mismos. 

El amor (y el olvido, y la nostalgia) en tiempos de gmail

Además de imprimir las fotos digitales donde sales (aunque sea un cachito de cabello, o aunque te veas muy lejos) quizá deba imprimir  nuestros mails. No los había revisado, hoy estaba buscando en gmail, enmedio de 3740 mensajes porque necesitaba algo para el trabajo, y apareció uno tuyo, una foto que me enviaste junto a otros contactos tuyos, luego yo te respondí que el encargo que me habías hecho (pedir a la florería un arreglo para el cumpleaños de mi mamá) estaba concretado, te mandé besos.
Asi que dejé a un lado lo que estaba buscando y revisé varios mails tuyos, los que me mandaste a mi dirección «seria» y a mi dirección personal. El que me mandaste sobre sustentabilidad, casi puedo asegurar que podría cambiarme la vida, el del reality de letras…cuánto creías en mi, los pedidos del negocio, en el que me regañas, en el que me dijiste que no aprobabas lo que hacía con el negocio, los artículos sobre emprendedores, sobre economía, sobre marketing, fotografía, educación, diseño…sabías lo que me interesaba y cuando veías o leías algo, te acordabas de mi. 
Hay una historia en esos mails, en esa cadena de mensajes.
Incluyendo los últimos, los histéricos, desesperados, las súplicas, los oficios, las firmas para que nos ayudaran a que te atendieran y te cambiaran de hospital y luego, desde hace ya casi un año, ya no hay nada. 

In a Gadda da Vida

Hoy tuve 17 minutos sin qué escuchar y puse a Iron Buterfly. Es inevitable, creo que no he dejado de pensar en ti.
Según recuerdo tenías el acetato, por los dos lados venía la misma canción. Diecisiete minutos de psicodelia. Los sonidos son tan… como tu.

Aveces te recuerdo mas en la época en la que ni te conocí que los 32 años que viví contigo. Supongo que guardaré para mi la imagen de tus lentes ahumados en forma de gota, tu cabello afro, tus pantalones acampanados y tu sonrisa que es la mía.Ésta maña mía de recordar mas a las personas en su juventud que en sus últimos años.

Eternamente jóvenes. Supongo que uno es mas uno mismo cuando es joven y aun no se encuentra. Aveces la búsqueda lo arruina todo.

Te imagino y te recuerdo concentrado escuchando In a Gadda da Vida. No pude mas que escucharla y durante 17 minutos, ensimismarme.

Pst, ‘apá…

¿Te acuerdas cuando peleábamos? ¿Cuándo me regañabas? Yo terminaba llorando, a ti eso te enfurecía mas, nunca me dijiste pero en esos momentos me daba la sensación de que por un lado te sentías satisfecho de imponer tus argumentos y de que yo aceptara tus regaños, pero por otro (y por eso terminabas mas enojado) te irritaba  que no tuviera el carácter para rebatirte, para no llorar, para argumentar,  para estar segura y bien plantada y de manera determinante, con la cabeza alta y la mirada firme, decirte que estabas equivocado, que yo sabía lo que hacia, pero nunca tuve el valor… siempre terminaba llorando, y me daba cuenta como eso te desilusionaba.
Sé que te preocupaba que yo me convirtiera en una mujer débil, pero tampoco querías que fuera una mujer que grita y pelea sólo por imponer sus ideas, querías que fuera firme, fuerte, pero sensible e inteligente, que hablara sólo cuando tuviera algo que aportar, no sólo gritar.

Espero que me estés viendo, espero que te hayas encontrado con sorpresa, asi como yo, que al parecer todo este tiempo, la fortaleza si estaba ahí.
Nos creemos que todo (o algo) nos pertenece.
Y no lo amamos, sólo lo poseemos.
No sabemos amar, creemos que amamos porque algo nos pertenece y le pertenecemos.
Dinero, objetos, personas, animales. Nada nos pertenece, solo compartimos momentos y espacios durante algún período de vida, pero nada es de nosotros. Lo material, en cualquiera de sus formas, es el medio y no el fin.
Creemos pertenecerle a alguien, queremos con toda nuestra ansiedad y desesperación, tomar como propiedad a alguien y que alguien nos tome como suya…no sabemos amar sin poseer.
Deseamos las cosas, “trabajamos” para obtenerlas, no las obtenemos para usarlas, solo queremos poseerlas, olvidamos una vez mas, que son el medio y no el fin.
Creemos solo en lo que podemos tocar, hacemos el amor para constatar que poseemos y que nos poseen, terminamos buscando solo el contacto físico porque no concebimos que el amor exista sin físico, sin posesión, debemos tocarlo para creerlo y después, andamos buscando solo el sexo porque una vez mas olvidamos que es por medio de el contacto físico que llegaremos al amor, solo como un medio y no como un fin.

Nos hemos metido, pues, en una carrera que no terminará.

¿Quién es Mario Enrique Suárez del Real Flores?

Es mi papá. También es papá de  Enrique Diego Suárez del Real Islas, y es esposo de Sonia Beatriz Islas Ortega.  Nació en 1951, el 14 de marzo. Sus papás: Teresa Flores Rosales y Enrique Suárez del Real Bermejo. Tuvo cuatro hermanos: Ma. De Lourdes, Yolanda, Silvia y David.

Cuando él tenía 11 años, su papá se fue de la casa, lo volvió a ver  cuando ya estaba casado y nos tenía a mi y a mi hermano. Desde que su padre se fue, mi papá  trabajó y ya nunca paró de hacerlo. A esa edad empezó a fumar y tomar, y según el mismo nos contaba; sintió la responsabilidad de ser firme y fuerte para cuidar de su mamá y sus hermanos, estigma con el que cargó hasta poco antes de partir.

Conoció a mi mamá en el CCH Vallejo, a los tres años de conocerse decidieron casarse, construyeron una relación y una familia con el amor, el apoyo y la libertad como principales cimientos, así fue hasta el final. Ya estando casado, estudió la licenciatura en administración en la UAM Iztapalapa y junto con mi mamá, tuvo que pasar muchos sacrificios para realizar su sueño de estudiar; como casi todo lo que se propuso en la vida, lo logró. Al terminar, apoyó incondicionalmente a mi mamá  para que ella también estudiara, y así, siempre que había alguien que soñara con algo y con la pasión de lograrlo, él estaba dispuesto a darle una mano y apoyarle con lo que el pudiera ayudar, lo hizo con sus hijos, con sus sobrinos, con familia de mi mamá y con nuestros propios amigos y parejas.

Le gustaba oír a The Doors, Queen, y casi toda la música de la época de los 60’s y 70’s en inglés (ABBA no le gustaba tanto) escuchaba una y otra vez a Pepe Aguilar y Alejandro Fernández y mientras trabajaba en asuntos de oficina, le gustaba poner música clásica, últimamente El lago de los cisnes y El cascanueces. Tres de sus canciones favoritas era “The roadhouse Blues”  (The Doors) la ponía cuando trabajaba la carpintería y en las fiestas con sus amigos. “Can`t take my eyes off you” (Boys town gang) le gustaba oírla en las fiestas de navidad y año nuevo, la repetía una y otra vez, grabó primero cassettes y luego CD’s con esa sola canción para escucharla durante toda la noche. Y “El Andariego”  la cual pedía cuando había tríos y si en las fiestas contrataba uno, sin falta la pedía y se la cantaba a mi mamá.

Su libro favorito era “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, y “Las enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castaneda. Las películas que no se cansaba de ver, eran “Ben-Hur” “Espartaco” “Cleopatra” “Gladiador” “Troya” y “El caso Thomas Crown”  sus favoritas para relajarse eran las películas de acción,  y se divirtió una y otra vez viendo todos los capítulos de “Don gato y su pandilla”.

Era disciplinado para comer y siempre buscaba las opciones mas saludables con el único propósito de poder comer ocasionalmente y sin remordimientos, sus platillos favoritos: barbacoa, birria en Garibaldi, pancita en Peralvillo y carnitas en las fiestas. Siempre elegía agua y nieve de limón aunque hubiera otros sabores y compraba  nuez de la india y pasitas con chocolate, para comérselas de poco a poco.

Le gustaba recordar y platicar acerca de los lugares donde había vivido, (como Peralvillo y Donceles), y hablaba con nostalgia y profunda tristeza de su padre y de su abandono.

Parrandero, bailador y tomador. Por muchos años sólo se permitió a el mismo reír y carcajearse mientras estaba tomado, pero quienes lo conocimos de cerca sabíamos que en realidad era bromista, sarcástico ( a veces hasta de un humor negro) y alegre la mayor parte del tiempo y en la cotidianidad.

Era puntual y se molestaba con la gente impuntual (como conmigo), era exigente, estricto, disciplinado y creía en los modales prudentes y respetuosos para con la gente mayor, le irritaba la gente floja, desganada y desobediente.

Fue chalán, carpintero, taxista, enfermero, profesor, coció en máquina piel y ropa, jefe de oficina, de departamento y coordinador en hospitales, hasta llegar a subdirector de área en la CNDH; obedeció y mandó, y en cada oficio y cargo que ejerció, fue obsesivo, trabajaba siempre mas de lo establecido, no llegaba temprano a la casa, era minucioso y exigía excelencia, ejerció cada actividad siendo creativo, propositivo y firme, siempre encontró soluciones, encontraba formas diferentes de hacer tal o cual cosa y lo compartía entusiastamente con los demás. Cuando encontraba la oportunidad de ayudar a alguien, simplemente lo hacía.

De todo lo que trabajó y ejerció, su mejor papel lo hizo como padre y esposo, aun cuando no tuvo de donde aprender.
No fue un ser humano excepcional, no fue perfecto, cometió errores, algunos los enmendó, otros no. Pero tenía un espíritu fuerte y lleno de amor. Mi papá amó a su familia y esa fue su guía para ser padre y esposo, cada lección, cada paso que dio junto con nosotros, lo hizo con y por amor, con el corazón, nunca con la cabeza, todo aquello que nos dio y nos enseñó lo hizo pensando en que nos haría bien, en que nos serviría, en que era una muestra de su amor y lo extendía hacia la gente que nosotros mismos amábamos: amigos, parejas, hijas, familia; y así como compartía con nosotros, compartía con ellos lo que tuviera para dar.

Mi papá nos respetó y confío en nosotros, pero nunca dejó de guiarnos.

Desde que llegué a éste mundo, él me tomó de la mano para enseñarme a vivir. Desde cómo bolear mis zapatos y entregar mis tareas de la escuela, hasta enfrentar su muerte y vivir con su ausencia.  Hasta el último minuto no dejo de guiarme y me dijo, sin palabras, que siempre estaría conmigo, y que confiara en esas alas que él había tardado 62 años en construirnos. “Papá, ¡esas alas son de madera, no van a volar! – ¿Qué no confías en mi?, tu espérate, claro que volarán – ¡Papá, estoy volando!”. La grandeza de mi papá se reflejó en sus ojos, y los últimos días de su estancia en la tierra, sólo nos tomaba de la mano y nos comunicaba todo a través de su mirada. Esos últimos días entendí, que se iba físicamente porque quería seguir enseñándonos y guiándonos; enseñarnos por ejemplo que la gente como él, no se va; porque su herencia viva se quedó en la sonrisa y curiosidad de Andrea, en la mirada e inquietud de Daniela, la tranquilidad de Alexander, la nobleza de Dimitri y la intensidad de Jessy;  en el talento y el amor a su familia como Yoshio, en la inteligencia y creatividad de Charly, la templanza de Vane, el sarcasmo de Pablo; se queda en el amor que dio a quienes rodeó, en las enseñanzas que compartió con quienes convivieron y trabajaron con él, en el amor y apoyo que dio a mi tía Lety, en la comprensión y alegría que le daban y que tenía en Ricky y Anita, en el apoyo, confianza y amor que regaló a Jorge, Wendy e Isidro, en la protección y en el amor incondicional, libre y eterno que le dio a mi mamá, en las manos fuertes, la firmeza y  perseverancia de Kike; en mi alegría de vivir y en esta insistencia que tengo de decirles a todos, lo que mi papá repitió una y otra vez: a éste mundo se viene a ser feliz.

No quiero extrañarte, no quiero tener un hueco en mi estómago por el resto de mis días, no quiero estar en medio de un momento feliz y pensar:  “no es lo mismo porque ya no estas” , no quiero imaginar que tal o cual cosa te hubiera gustado presenciarla, no quiero ver una foto tuya y sentir nostalgia y el nudo en mi garganta.

No quiero que no estés. 

Me impresiona la cantidad de frases motivacionales y new age en el facebook, y al final, igual de jodidos.